Un fin de
semana soleado, el mes pasado, muchos cafés de Manhattan estaban
llenos de clientes, muchos de los cuales habían dejado a sus
perros atados a los parquímetros en cumplimiento de las normas
del Departamento de Salud de la ciudad de Nueva York que prohíben
el ingreso de mascotas a los restaurantes. En el “French Toast”
de la calle Broadway, en cambio, dos mujeres estaban degustando sus
almuerzos, cada una con un perrito en la falda.
“Las dos dijeron que sus animales eran perros que cumplían
un servicio emocional”, dijo Gil Ohana, el gerente del lugar,
al explicar por qué les había permitido entrar con
sus mascotas. “Es más, una de las mujeres llevaba encima
una carta del médico”.
La creciente presencia en restaurantes, aviones y oficinas de mascotas
que, según sus dueños, son necesarias como apoyo emocional
se remonta a un dictamen de 2003 del Departamento de Transporte
de Estados Unidos. El dictamen se explayaba sobre las políticas
respecto de los pasajeros discapacitados en aviones y establecía,
por primera vez, que los animales utilizados para ayudar a la gente
con desequilibrios emocionales como depresión o ansiedad
deberían recibir el mismo acceso y privilegios que los animales
que ayudan a las personas con discapacidades físicas como
ceguera o sordera.
Abogados de inquilinos y propietarios dicen que las demandas de
personas que quieren que se admitan animales de servicio en edificios
de Nueva York que no aceptan mascotas aumentaron marcadamente en
los últimos dos años –y, muchas veces, los dictámenes
favorecen a los inquilinos-. Anthony Milburn vive con cinco cocker
spaniels y un perro de raza mixta. El hombre dice que sufrió
agudos dolores de pecho por estrés y tiene una nota de un
trabajador social donde se explica que el hombre necesita a sus
mascotas para su bienestar emocional. Actualmente, está inmerso
en una causa judicial contra el propietario de su departamento.
Bradley Silverbush, socio de Borah, Gondstein, Altschuler, Schwartz
& Nahins, uno de los estudios legales más importantes
de Nueva York, dice que la gente está manipulando la ley.
“Yo tengo un perro y adoro los perros, pero hablar de apoyo
emocional va más allá de una cuestión de afecto”,
dice. “La gente manda cartas de médicos que dicen que
la persona necesita al animal o que una persona acaba de perder
un pariente y compró un Pomeranian como consuelo. Algunos
médicos son capaces de escribir cualquier cosa que les pida
un paciente”.
Fuente: www.clarin.com
Por Beth Landman
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