La apariencia general del Scottish Terrier es la de un perro macizo de dimensiones apropiadas para introducirse en la madriguera; de pata corta y movimiento vivo, ofrece una imagen de gran potencia y actividad en un volumen reducido. Es un perro ágil y activo a pesar de sus patas cortas.
La cabeza da la impresión de ser larga para un perro de su talla pero proporcionada a la estatura del perro; ligero pero visible stop entre el cráneo y el hocico, justo a la altura de los ojos; la trufa es grande, vista de perfil debe ser oblicua de delante atrás; los ojos son almendrados, de color castaño oscuro, distantes entre sí, hundidos bajo las cejas con una expresión viva e inteligente; las orejas están bien dibujadas, de textura fina, puntiagudas, erguidas, colocadas en lo alto del cráneo pero no demasiado juntas; las orejas grandes o anchas en la base no son deseables. El dorso es corto en proporción y muy musculoso, la línea dorsal debe ser recta y nivelada. Para ambos sexos el peso está entre 8,6 y 10,4 kilogramos, y la talla media es de 25,4 centímetros. La cola es de longitud moderada para dar al perro un aspecto equilibrado; gruesa en la raíz, adelgaza hacia la punta; es llevada recta o ligeramente curvada. Las extremidades delanteras están atrasadas respecto del pecho; deben ser derechas, con buen hueso y metacarpos aplomados. Las extremidades traseras son especialmente potentes para la talla del perro, con los muslos grandes y anchos.
Los colores admitidos en la raza por parte de la FCI son negro, trigueño o atigrado en cualquier color. En Estados Unidos admiten más colores. Sin duda, el más extendido y reconocido por el gran público es el negro. Cualquiera que sea su color, el manto debe estar apretado contra el cuerpo. El perro tiene un doble pelo: subpelo corto, denso y suave, y pelo exterior recio, denso y duro; el conjunto hace al pelaje resistente a la intemperie.